El rechazo de frutas y verduras por cuestiones estéticas (tamaño, color y forma) o bien por seguridad, son causas importantes de pérdidas y desperdicio de alimentos en las primeras fases de la cadena de suministros. En algunos casos, los agricultores descartan entre un 20-40 por ciento de sus productos porque no cumplen con las especificaciones de apariencia estética que exige el comercio minorista¹, quienes se muestran poco tolerantes a las diferencias de tamaño, imperfecciones y aspecto. Pero esta no es la única razón por la cual se desperdician alimentos en las primeras etapas de la cadena se debe, en ocasiones, a que los alimentos no se recogen en campo porque los precios que ofrecen los intermediarios son muy bajos y no compensa su recogida o bien, se dejan sin recoger para evitar que los precios bajen (ley de la oferta y demanda), temas que sin duda deben formar parte de la reflexión en la búsqueda de soluciones para evitar el desperdicio de alimentos en todos los eslabones de la cadena.

				Si bien la agricultura moderna ha mejorado la productividad total por hectárea, no hay que olvidar que al mismo tiempo ha introducido normas que exacerban el despilfarro. Dichas normas poco tienen que ver con cómo crecen las frutas y verduras en la naturaleza y, sobre todo, con la calidad del producto en términos de sabor. Los (subjetivos) estándares estéticos proveen al mercado de productos pobres de sabor, pero bonitos e iguales, muy atractivos para una buena parte de los consumidores, que priman la estética. Esta elección de compra refuerza el mantenimiento, sin sentido, de los estándares de calidad referentes al tamaño, forma y color, que en la actualidad también se encuentran respaldados por las autoridades que definen las normas del comercio internacional.
En ese sentido, en la encuesta realizada por CECU en 2014 en el marco del proyecto Noalcubo, se consultó a los consumidores que importancia le otrogan, en el momento de la compra, a que las frutas y verduras sean homogéneas, y cuál sería su disposición a comprarlas si no cumplen esa condición, siempre y cuando se reduzca el precio.

Los consumidores encuestados manifiestan que otorgan al hecho de que la frutas y verduras que se les ofrecen en los establecimientos para su compra sean de similares características en cuanto tamaño, color y forma es moderada. La puntuación media es de 4,7 puntos en la escala de 0 (nada importante) a 10 (muy importante).

En términos porcentuales, puede señalarse un considerable equilibrio entre quienes manifiestan que para ellos es bastante o muy importante (40,3%) y quienes manifiestan que para ellos es poco o nada importante (39,0%).

 

Por otro lado, cuando se consulta a los consumidores si estarían dispuestos a comprar frutas y verduras con diferentes tamaño, colo y forma, si éstas fueran más baratas, la mayoría de los consumidores señala que sí las comprarían.